Amor vincit omnia: consideraciones sobre el LABIC por la Paz

5 de marzo de 2018

Por Rodrigo Savazoni

Director Instituto Procomum, Brasil

La frase del título, traducida del latín, significa «el amor todo lo vence». Llegó a mis ojos cuando participaba del Laboratorio de Innovación Ciudadana por la Paz, que ocurrió durante 12 días en Pasto, Nariño, Departamento de Colombia, un evento organizado por la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB), el Gobierno de Nariño, y el Ministerio del Posconflicto de Colombia, con el apoyo de nuestro Instituto Procomum. Estaba citada en un artículo del fundador de Schumacher College, el hindú Satish Kumar, sobre el poder del amor, que me fuera enviado por un gran amigo, el periodista Celso Nucci. Asistiendo a las presentaciones finales de los 10 prototipos desarrollados durante el LABIC, la recité en mi pensamiento muchas veces, como si fuese un mantra: el amor todo lo vence: vence todo.  “A través del amor, el dolor se transforma en cura”, escribió el poeta sufi Jalal ad-Din Rumi. A través del amor – y de la creatividad -, aprendí en estos días lejos de casa, que podemos construir la paz.

Nariño es un departamento peculiar. Localizado en el extremo sur de Colombia, posee territorios amazónicos, andino y acceso al Océano Pacífico. O sea, bosques, montañas, y playas. Tiene cerca de 1,5 millones de habitantes, con dos ciudades mayores: Pasto, la capital, y Tumaco, en la costa. Su población diversa está formada por indígenas, mestizos, afrodescendientes y blancos.  Pasto, por ejemplo, está más cerca de Quito, en Ecuador, que de Bogotá. Y en el comienzo del año, en la semana en que los cristianos celebran el Día de Reyes, inicia su carnaval de negros y blancos, la mayor fiesta popular de la región. Zona con una fuerte presencia de plantíos de hojas de coca y amapola, para la producción de de cocaína y heroína, es también estratégica para la exportación de esos psicoactivos. También es un área donde se ha hecho -y se hace- presente la guerrilla, alistando jóvenes y dominando los territorios. Con la firma de cese al fuego con las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), se ha asistido a la expansión de otros grupos armados, como el ELN (Ejército de Liberación Nacional).

Su peculiaridad, sin embargo, es también reflejo de la composición política de su gobierno. Actualmente, el gobernador de Nariño es Camilo Romero, un político de 42 años que en 2010 fue electo como el senador mas joven de la historia de Colombia. Hijo de un ex-guerrillero y de una activista de la Cruz Roja, sobrino de uno de los mayores líderes populares del sur colombiano, Heraldo Romero Sánchez (fallecido precozmente víctima de un avasallador cáncer), Camilo despunta como uno de los grandes nombres de la centro izquierda latinoamericana. En su gabinete, detrás de su mesa, reposa la foto de Heraldo, el tío revolucionario que le sirve de inspiración. Su brazo izquierdo, formulador de muchas de las ideas que su gobierno viene aplicando, es el primo Javier Arteaga Romero, creador de una metodología de innovación social (Feeling) que se difunde rápidamente por el continente. La gestión transformadora de Camilo se basa en un trípode formado por un gobierno abierto; economía colaborativa; y la innovación social. En la práctica, conjuga transparencia y participación ciudadana con inversión en cultura, educación, conocimiento y creatividad.

Por su parte, Pasto fue sede, en enero, de la reunión de la red de innovación política que viene siendo articulada en Iberoamérica (con presencia de cerca de 70 activistas), y en febrero se convirtió en la capital de la innovación ciudadana, con la realización del #LABICxlaPAZ, que atrajo a más de 120 personas de 14 países a colaborar juntas en proyectos cuyo objetivo es producir una paz duradera en la región: iniciativas como crear prótesis 3D para víctimas de minas antipersona; una ludoteca ciudadana en un barrio con niños hijos de desplazados; una máquina para captar agua potable de la niebla en una aldea rural, con un mecanismo de medición de la atmósfera construido con hardware libre; o un sistema de riego hágalo usted mismo para un sitio agro ecológico.

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A diferencia de los laboratorios anteriores, el principal mérito del LABIC pastuso fue la total integración entre la comunidad internacional y la ciudadanía local (contribuyendo a forjar lo que podríamos llamar una ciudadanía translocal). La programación paralela, con conferencias y talleres, estuvo permanentemente llena, con la presencia de gente que actúa en las organizaciones nariñenses, en el poder público, en la sociedad civil y en la universidad. Mérito del equipo del Centro de Innovación Social de Nariño (CISNA), liderado por la artista y gestora Paola Coral, una pequeña nota que el «corazón del mundo» – apodo cariñoso de Nariño – ofrece a nuestro continente. Formada en música, cantante excepcional, Paola (y Juan, Matacho, Camilo, etc.), cuidaron de cada detalle y de cada uno de nosotros para que todo pudiera ocurrir de la mejor forma posible. El hospedaje, la comida, el ambiente en el que se realizó el laboratorio (el Club Colombia), las visitas, los traslados a las comunidades, todo fue gestionado con esmero, atención y con mucho cariño, mostrando que fines y medios articulados producen felicidad entre todas y todos.

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Este es el primero de una serie de artículos que deseo publicar. En estos textos, voy a hablar más de Camilo, Javier, de Paola y del CISNA, del LABIC y sus proyectos, de las mujeres y hombres que hicieron el LABIC, de los líderes indígenas, afro-colombianos y feministas, de paz y de amor. Algo muy especial está ocurriendo en Colombia, específicamente en Nariño. Como dice el gobernador Camilo Romero, o la paz se hace en el corazón del mundo, o no será hecha. Y necesitamos que, nosotros, brasileños, y los demás pueblos latinoamericanos, nos pongamos a ello.

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Para terminar, vuelvo al texto de Satish Kumar. Él escribe: «la gente que ama no estimula enemistades, no hace enemigos y no tiene enemigos. La animosidad es consecuencia del odio y la amistad es la consecuencia del amor «. Pensar y realizar una política basada en el amor significa permitir que, a través de nuestra infinita capacidad de crear, generemos redes de afectos, de amistad, que atraviesen todo ese mar de odio que nos rodea. Y eso empieza por tener el coraje de juntar, en una misma frase, las palabras amor, política, amistad e innovación, de experimentar la diferencia en su plena potencia, de abrir manos de privilegios – cuando los tenemos – para generar nuevas oportunidades. Las palabras nos fueron arrancadas por los embrutecidos operadores del mundo. Pero en Nariño, en esos días de LABIC, estuvimos escribiendo historias colectivas con palabras liberadoras. Y el sonido múltiple de nuestras voces ha de resonar, irradiando esperanza por el mundo.